AGUSTÍN ARTURO PRAT CHACÓN
Capitán de Fragata - 1848-1879
El 21 de mayo de 1879 se enfrentaron las fuerzas chilenas y peruanas en el Combate Naval de Iquique
¡Muchachos: la
contienda es desigual, pero ánimo y valor.
Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo
y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo!.
Capitán de Fragata Arturo Prat
Arenga, proclamada desde la cubierta de la Esmeralda minutos antes de lanzarse al abordaje del monitor peruano Huáscar
Carta de
Miguel Grau a Carmela Carvajal viuda de Prat.
"Monitor
Huáscar.
Al ancla,
Pisagua, Junio 2 de 1879
Dignísima
señora:
Un sagrado
deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por
las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy
justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo
lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y
valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la
“Esmeralda”, como usted no lo ignorara ya, fue víctima de su temerario arrojo
en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan
infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y
triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron
en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán
indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he
anticipado a remitírselas.
Reiterándole
mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle
mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora,
muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau.
CARTA DE LA VIUDA DE PRAT A GRAU
Señor don Miguel Grau Distinguido señor:
Recibí su
fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” en 2 de junio del corriente
año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted
acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y
tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban
sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser,
o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio
como la espada que lleva su adorado nombre. Al proferir la palabra martirio no
crea usted señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” la muerte
de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe
que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra,
tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de
asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi
esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un
valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio
extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida;
un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberlapodido,
entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para
su patria como desastroso para mi corazón. A este propósito, no puedo menos de
expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que
origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos
magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y
los hombres de la epopeya antigua .Profundamente reconocida por la
caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras
con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente
de usted atenta y afma. S.S.
Carmela Carvajal